Los aldeanos cuentan historias de los antiguos espíritus que guardan y protegen el místico río. Hablan del volcán, con un poder ígneo que tanta vida da a este floreciente bosque. Desde que cualquiera puede recordar, la gente local ha venido a este maravilloso lugar para disfrutar de la calidez de las aguas del río, para relajarse y reconectarse con la Madre Naturaleza… para vincularse con familiares y amigos. Los visitantes habituales conocen cada recodo del río, cada remolino, cada cala secreta donde el agua fluye un poco más cálida… un poco más reconfortante. Se dice que el río tiene propiedades reparadoras, capaces de aliviar dolores y molestias… y calmar las almas cansadas.

Durante años, los lugareños guardaron este tesoro para sí mismos. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha corrido la voz sobre la magia del río, atrayendo a aventureros y exploradores de todos los rincones del mundo, quienes, seducidos por las historias sobre su belleza y poderes curativos, han venido en busca de las aguas termales.

El Pueblo más cercano al río termal se llama La Fortuna. Y así, el río sigue siendo un lugar de maravillas para los lugareños de Fortuna, quienes han experimentado la maravilla durante generaciones, y ahora, también para los afortunados viajeros que han venido desde lejos, engatusados ​​por historias, nuevas y antiguas. Y a medida que el sol se pone sobre el denso dosel de la montaña, hay una sensación de paz y armonía que se asienta sobre este místico lugar. Es una sensación que asegura a todos los presentes que las halagadoras historias de las aguas mágicas eran nada menos que verdad, hasta donde las palabras pueden transmitir.

Con un profundo compromiso con la sostenibilidad y el respeto por la naturaleza, se erigieron estructuras simples en armonía con el bosque lluvioso que rodea el río. mezclándose perfectamente con  el entorno circundante. Su propósito era permitir que los visitantes conscientes tuvieran la oportunidad de experimentar de manera segura y cómoda la belleza del entorno, para sentir profundamente los efectos calmantes de las aguas. Nuestra presencia y mínima intervención siempre debe honrar la magia del río. Debemos seguir respetando el poder de esta tierra volcánica e inspirarnos como visitantes.

La promesa de una mayordomía continua es inquebrantable. El patrimonio natural de nuestro mundo debe ser preservado con pasión y eficacia.